El síndrome de abstinencia tiene carácter reservado.
Y múltiples variables.
Puede sentirse como una punzada en el centro mismo
del estómago, trepar hasta la garganta, y quedarse allí, asfixiando. O se
convierte en una energía infinita que se agarra a las horas y a los minutos haciéndolos
lentos, babosos, eternos.
El síndrome de abstinencia es alargar la mano con sus dedos y sus ganas y agarrar el
vacío. Saber que hay cosas que decir pero no hay tiempo para escuchar. Es olor.
La necesidad silenciada,
Hambre, escozor, tu voz.
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