Hoy he acompañado el primer café de la mañana con la noticia de una pareja que ha dejado todo para dar la vuelta al mundo . Con un par. Han vendido casa, muebles, coche, libros y han comprado una caravana donde van a vivir los cuatros. Ellos y sus dos hijos pequeños. Qué envidia, ¿verdad?. Que levante la mano quien no ha pensado alguna vez en levantarse, mandar todo a la otra esquina, echar la llave y perderse. Tirar el despertador a la cabeza del vecino ruidoso, regalar las macetas, dar todo lo que ocupa sitio en el trastero, vaciar el congelador y huir. Así, sin más. Se acabaron las horas perdidas en el transporte público, los atascos, las rutinas, las reuniones del colegio, la plancha, el mal humor del jefe, la falta de tiempo, y el aburrimiento.
Descubrir otros mundos, otra gente, otra manera de vivir y de ser persona.
Disfrutar de las horas y ver cómo sale el sol más allá de la ventana de nuestra casa.
Me pongo a hacer la maleta pero la lista de cosas que pretendo meter es inabarcable. Antes de tirar mi despertador y regalar mis plantas creo que debo aclarar un par de cosas: dónde guardo mi rutina y cuánto pesa la pereza.
Nota mental: levantarse con esta canción es una buena manera de sustituir las maletas por mañanas de lunes.