lunes, 16 de abril de 2012

Reyes y circos

En el preciso momento en el que cuatro elefantes hacían piruetas en la pista del circo y restos de nobleza sevillana aplaudían en las gradas, otro paquidermo se hacía famoso al unir su existencia a la del (casi) último monarca español.

Justo un 14 de abril teñido de color rojo, amarillo y morado.

Me pregunto por qué la gente aplaudía con ganas a la duquesa de Alba y a todo su séquito familiar y amistoso cuando entraron en la carpa circense. Y por qué no deciden abrir la caja de los truenos y sentarse a repensar el libro que nos ha permitido vivir las últimas décadas. Reformar la Constitución es adaptarnos a nuevos tiempos, a nuevas formas de entender y de vivir, a una circunstancias que ya no son las mismas. Por qué debemos continuar rindiendo pleitesía a una familia que vive de las rentas, que va donde se le antoja y siempre a las primeras filas, que ocupa portadas de revistas y no ha pegado jamás un palo al agua. Y por qué no derrumbar de una vez el gigante de la monarquía, abolir sus privilegios, liberarlos de la carga de los lazos de sangre y sustituirlos por votos en las urnas. Quién quiero que sea mi jefe de Estado, quién quiero que me respresente, quién quiero que sirva al pueblo y no al contrario. 
Y si luego le pillan cazando elefantes en África, que se le pueda despedir. Por incumplimiento de contrato, por negligencia o por ausencia injustificada de su puesto de trabajo. 

Acaso hay que nacer en cunas reales para ser un buen (inlcuso mal) estadista
Ahí los franceses nos sacan un punto, que conste.

Nota mental: al final resulta que la vida es un circo sólo que con muchos más payasos.

1 comentario:

  1. Lo peor de todo esto son los que aún fuera del circo les siguen aplaudiendo.

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