lunes, 27 de mayo de 2013

Me he quedado sin tiempo. Vuelve mañana y te beso-, me dices.




 


Esta mañana tengo las manos frías. Aún está de estreno la semana y yo me siento ya a finales. Debe ser que no estoy acostumbrada a abrigarme demasiado. Soy más de equivocarme que de saber, más de palabras que de silencios y mucho menos de otros que de mi. Viajo siempre con la cabeza en la ventana, por si alguna ráfaga de aire puede despertarme, no me gusta la falta de pasión ni los excesos de drama. No uso cepillo para el pelo, me olvido de limpiar los zapatos y odio planchar. Podría alimentarme de nueces, de uvas, de macarrones y de chocolate. Bebo cerveza pero no mucho y algún café. Me gusta el vino, el rojo y la vida. También el amor. Fui libre en otra época, cuando el reloj sólo adornaba y el calendario era para las estaciones. Pensaba poco y hacía mucho. Ahora sólo pienso y casi no hago nada. Si algo ha cambiado es eso, ahora todo tiene una causa, una consecuencia y una realidad. Y yo las busco pero casi nunca las encuentro. Porque quizá no hace falta encontrar nada, porque son ellas las que vienen a buscar a uno.

Quítame un calcetín, y otro. Sácame el pantalón y rózame con tus dedos. Pasa tus manos por mi vientre o por mi espalda. Y déjame que me beba a ratos tu boca. Y tu saliva.
Que pueda llevarme tu olor hasta mañana, para calentarme con él mis manos frías.






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