martes, 23 de julio de 2013




En la carta de besos los hay de todo tipo y sabor, te digo.
¿Los has probado todos?
Algunos.

Los besos de despedida. Concentrados y con sabor a melancolía, pueden tener un punto amargo o llevar tanto tiempo en el fuego que ya no saben a nada. Ni siquiera a fin. Esta clase de besos pueden ser eternamente largos y durar tanto tiempo como uno es capaz de recordarlos. O los besos de principio, a veces algo torpes y otras sorprendentemente sabios, pero siempre esponjosos y suaves, diminutos. En ocasiones, se juntan ambos, los que abren y los que cierran, temporalmente, la historia en la que quizá quepan otras muchas categorías, infinitas. De besos varios.

Nota mental: y los besos con sabor a luna llena. Pero a esos nos les hacen falta adjetivos, ellos son así, completos.

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