Hoy me he acordado de la
escena de Up in the air en la que Clooney hace una maleta con precisión
milimétrica. Mete en ella exactamente lo que va a necesitar, todo cuadra, no
parece sobrar nada y lo más impresionante, no parece faltarle nada. Así dicho
resulta bastante fácil, pero cuando el billete de vuelta no está cerrado la
cosa se complica.
Muchas personas están
saliendo de España en busca de un futuro mejor, o sencillamente de un presente
mejor. Se van “hasta que la situación mejore”, dejando en suspenso carreras
profesionales de muchos años para “trabajar en lo que sea” y así “por lo menos
aprendemos un idioma”. No hablo de jóvenes erasmus sino de los amigos y compañeros
que a los treinta, los cuarenta o los cincuenta años ponen el marcador a cero.
Son gente valiente, emprendedora y tienen fuerza para afrontar nuevos retos. Precisamente
de lo que andamos faltitos por aquí.
No es un reproche a los
que se van. Tampoco un desprecio a los que se quedan porque no es menos
valiente quedarse e intentarlo. Es, sencillamente, una realidad que nos marcará
como país y como individuos.
Yo me he colado en alguna
de esas maletas y he comprobado que no son tan perfectas como la de la
película. Atrás se dejan mucho. De momento, a quienes ya les echamos de menos.
Semicerrado por
vacaciones: Una parte de mí se va a escapar. Se despide por unos días con la
sana intención de anticipar el verano a ver si haciendo acopio de sol se disipan
los nubarrones. La otra se queda, alguien tiene que cuidar la guarida. Egoísta,
sí, pero absolutamente necesario si queremos mantener el equilibrio.
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