Dejándonos acunar por su voz todo parece un poco menos malo. Incluso las noticias. Ay, qué difícil es abrir cada mañana la ventana al mundo y recibir bofetones de aire contaminado.
Toc-toc, soy el copago sanitario, voy a entrar-. Pero oiga usted, ¿no dijo su jefe hace unos días que su incorporación a la realidad no estaba sobre la mesa?-. Sí, sí...hace unos días, como bien dice. Pero ya estoy, y vengo para quedarme. Ya sabes que una cosa es lo que se dice y otra lo que se hace, o pensaba usted que mi jefe iba a plantearlo así, sin más, para tener que dar ÉL las explicaciones prertinentes...de eso nada. Que expliquen otros, que para esos les pagan. El jefe sólo firma y espera. A él le gustan los puros y poco las explicaciones, que luego hacen preguntas y no tiene respuestas. Eso sí, para saltarse a la torera los límites, no tiene problema. Se saltan y ya está, que para eso mande él y punto. Que tienen que pagar los pensionistas por las medicinas, pues que paguen. Que tenemos que joder la educación metiendo más niños en cada clase y quitando profesores, pues se hace. Que solo sacamos las uñas para defender a una compañía petrolífera, y no para defender los derechos de nuestros ciudadanos, pues así es la vida.
Eso si, no me vengan con preguntas que por ahí si que no vamos a pasar. A ver qué va a ser esto de tener que dar explicaciones, ni que a nosotros nos hubiera colocado aquí la gente. Estamos donde estamos porque lo valemos y hacemos lo que hacemos porque el pueblo necesita que lo hagamos. Eso es todo.
Cuando nadie escucha, ellos piensan: gobernar no es fácil, pero nosotros sabemos lo que este país necesita.
Nota mental: de unas 20 personas que ocupan el vagón del metro, nueve están leyendo un libro, cinco mirando el teléfono móvil o escuchando música y seis se miran unos a otros.
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