- Yo te quiero y hay algo
muy importante que debemos hacer lo antes posible.
- Y qué es – pregunta él.
- Follar.
Así termina Eyes Wide Shut,
la película que TVE ha programado hoy domingo, día de la madre. Qué acierto,
señores y señoras. Agradezco públicamente a los responsables de programación de
la cadena pública esta decisión que me ha hecho pensar en los tabúes que aún
persiguen la sexualidad femenina. Por resumir y perdón por la obviedad: a las
mujeres también nos gusta follar. Que sí, que va en serio. Hasta las
cenicientas más cenicientas queremos que nos arranquen el pijama de vez en
cuando, con deseo y urgencia, casi con necesidad.
Y no tenemos que pedir
disculpas por ello ni cargar con culpas heredadas por los siglos de los siglos.
Sexo envuelto en amor, genial, no lo discuto. Pero dejemos ya de despreciarlo
solo porque llegue sin apellidos.
Hay auténticos
profesionales en esto de juzgar la intimidad, sobre todo la de las mujeres. Y
no me refiero a esos señores de negro que nunca lo han practicado libremente
pero lo tienen siempre en la boca. De esos no hablo porque me da la risa. O la
náusea. Pienso ahora en la cantidad de guardianes de la moral que disfrazados
de gente normal les ponen una etiqueta con tara a todas aquellas personas que
consideran productos defectuosos.
La intimidad no entiende
de estándares. No hay modelos ni categorías cuando dos adultos acuerdan las
reglas de un juego en el que solo participan dos. Nadie más.
Nota práctica: el motor de
mi vibrador se ha roto. Qué contrariedad. Y la verdad es que no sé donde
llevarlo a arreglar. Si alguien me puede orientar un poco…
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