Ella sabía inmolarse y salir del fuego sin olor a quemado.
Él aún no había prendido una cerilla.
Ella era terca y su piel segura.
Él debía hacer mucha fuerza para rodearle la cintura
Ella sabía de lo que hablaba cuando hablaba de amor.
Él, ahora estaba en ello.
Y tocó a la puerta.
Y todo empezó.
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